martes, 28 de diciembre de 2010

Crítica Black Swan




Intensidad al máximo. Pone la piel de gallina. Un suspenso que va aumentando a medida que pasan los minutos. Una actuación que quedará grabada en la memoria colectiva de todos los que amamos el cine. Una película que encanta y que horroriza a la vez. Todos esos son sinónimos que pueden explicar en breves palabras, como queda uno tras ver Black Swan, la nueva obra del cineasta Darren Aronofosky.

La película es un viaje al interior de Nina Sayers (Natalie Portman). Nos adentramos al alma de ella, conocemos sus temores, sus anhelos y sus debilidades en su lucha por conseguir el papel principal en El Lago de los Cisnes, y luego en su preparación para el estreno de dicha obra de ballet. Pero lo que importa acá no es el objetivo en sí, sino lo que vive y siente Nina en su día a día, en como la sumisa y vulnerable joven que vemos al principio, se va transformando en un ser oscuro y tenebroso a medida que van transcurriendo los minutos. Tal como en la creación de Tchaikovsky, vemos a Nina como el cisne blanco y el cisne negro. Esa dualidad es la que le da el nombre al filme y es lo que vamos viendo paulatinamente en la protagonista. Esa lucha entre ambos cisnes para ver quien consigue ser el ganador y apropiarse por completo del cuerpo y la esencia de la bailarina.

Aronofsky logra en 108 minutos plasmar una película delirante, que asfixia y deleita al espectador en partes iguales. Nos sumerge en una historia que no se matricula con ningún género en particular y que se pasea por el thriller, el terror y el drama sicológico. Logra atrapar con la belleza y la crudeza de las imágenes del mundo del ballet. En como las bailarinas se preparan bajo la atenta mirada de un duro y severo profesor interpretado magistralmente por Vincent Cassel. Tiene un guión excepcional que en ningún momento nos deja en claro quién es bueno y quién es villano, en que cosa es real y que cosa no lo es. Juega con el espectador manteniéndonos en todo momento con dudas e incertidumbres, lo cual genera que nos mantengamos concentrados en todo momento. Nos deslumbra con una fotografía impecable por parte de Matthew Libatique y una banda sonora impresionante de su eterno y fiel compañero Clint Mansell. Esa compenetración entre el director (quién a la vez es uno de los autores del guión) y su equipo, se refleja en la pantalla logrando su mejor realización hasta el momento.

Y para lograr eso, necesitaba además un buen elenco, y Black Swan lo tiene de sobra. Mila Kunis sorprende como Lily, la amiga - rival de la protagonista. Tiene todos los atributos de los que carece Nina. Es alegre, relajada y con una sensualidad desbordante. Kunis brilla en la pantalla. También sobresalientes están Casell y una reaparecida Winona Ryder, como una veterana bailarina. Y por sobre ellos está Barbara Hershey como la controladora madre de Nina. Es un personaje sacado de una película de terror, nos recuerda a la mamá de Carrie, un clásico del género de horror. Al verla a ella entendemos el porque tiene esa personalidad la protagonista. Eso en el ámbito de los secundarios, pues lo mejor queda para el final. El gran plus de Black Swan tiene nombre y apellido: Natalie Portman. La joven actriz nos entrega la mejor actuación de su carrera, una performance consagratoria que merece con justicia ganar todos los premios del mundo, Oscar incluido. El rostro angelical de Natalie se pasea por todos los estados posibles. La vemos con una fragilidad que conmueve. La observamos como varía del susto inicial a experimentar toda la satisfacción y exitación que le produce su despertar sexual. La pasamos mal con su permanente sensación de agobio y sentimos como propio su sufrimiento. Nos maravillamos con su belleza y delicadeza, y nos horrorizamos con su locura y obsesión. Una actuación apabullante y alucinante.



Todo eso permite que Black Swan sea una verdadera joya del séptimo arte. Es una lucha sin parar de los contrastes, es la guerra entre el cisne blanco y el cisne negro, es la permanente pelea entre la sensación de estar viendo una maravilla, pero que nos angustia y da escalofríos a la vez. Es la consagración definitiva de Aronofosky y Portman. Es el mejor estreno de este 2010 que nos abandona.

Calificación: 10