El mundo detrás de la televisión es un tema recurrente tanto en filmes (The Insider, Groundhog Day) como series (Studio 60 on the Sunset Strip). El como se realizan los programas, el trabajo oscuro de los periodistas, los ensayos, el como son en realidad los presentadores que vemos con una sonrisa en la cara en pantalla y que al apagarse la luz de la cámara, pasan a ser una persona completamente diferente. Ese mundo oculto para el espectador común y corriente se ve en Morning Glory, comedia protagonizada por la siempre encantadora Rachel McAdams.
Becky Fuller (McAdams) es una joven productora que consigue trabajo en el noticiario matinal con los peores números de sintonía del país. Y por mas que intenta cambiar las cosas, sigue cayendo en picada el programa y es amenazada con ser despedida. Para mejorar ltodo, acude a una leyenda televisiva venida en menos (Harrison Ford), para que sea el presentador de Daybreak, junto a Colleen Peck (Diane Keaton). La lucha de egos entre ambos, el pelear para mantener vivo el espacio y las dificultades románticas que surgen tras conocer a un posible amor (Patrick Wilson), son parte de las diversas tramas que vemos a lo largo de la película.
Morning Glory se nos presenta como una comedia liviana y sencilla, llena de cliches y situaciones previsibles, pero atrapa al espectador. Es como un placer culpable, sabemos que el guión no es del todo bueno, es notorio que el resultado pudo haber sido mucho mejor, nos damos cuenta que la dirección de Roger Michell (Noting Hill) no es la mejor de su filmografía, pero uno disfruta ver el filme durante los 107 minutos de duración. Esto sucede debido a que la película no busca en ningún momento ser más de lo que es, no aparecen tramas que compliquen la historia, ni trata de dejar una imagen imborrable en el espectador, Morning Glory es solo entregar un momento de entretención a la persona que va al cine, o bien arrienda o descarga la película, y cumple cabalmente con ello. Uno no se aburre, el ritmo no decae en absoluto, todo esta perfectamente estructurado para ser una comedia liviana y disfrutable.
Gran parte de ese encanto que produce es por su protagonista, una Rachel McAdams que ilumina la pantalla en cada una de sus apariciones. Esta es una de las actrices que tienen un angel indesmentible, que uno al verla se siente atrapado por ella, y no solamente por su belleza física, sino porque logra transmitir correctamente el papel de joven con gran corazón, entretenida, soñadora, pero que es capaz de lograr lo que se propone y asumir liderazgos y responsabilidades, como la vemos en el papel de Becky. Una destacable interpretación de la protagonista. El resto de los actores cumplen totalmente con su cometido, especialmente un Harrison Ford que solo con sus muecas logra darle vida de buena manera al detestable Mike Pomeroy. Patrick Wilson esta correcto en su rol de principe azul, la breve participación de Ty Burrell es entretenidísima, Jeff Goldblum esta notable en su rol de jefe del personaje de McAdams y Diane Keaton pese a tener un papel sumamente caricaturizado y casi ridículo, logra sacarlo adelante con todo el oficio que tiene esta actriz.
En suma, Morning Glory es una película bastante entretenida de ver. Tiene todos los cliches habidos y por haber, pero en este caso, no molestan para nada, incluso llegan a ser un aporte para la película. Y pese a reconocer que el guión es entre regular y mediocre, el excelente cast permite que el filme logre ser un producto totalmente recomendable de ver. Quien quiera ver algo de calidad, que cause una reflexión posterior o sea fan del llamado "humor inteligente", mejor no pierdan el tiempo en ver la película. Pero a quienes les guste McAdams, extrañaban ver al interprete de Indiana Jones en pantalla, o solamente quieran pasar un rato agradable viendo una liviana comedia, Morning Glory es una interesante alternativa para ver. Es imposible exigirle algo más de eso. Es el placer culpable perfecto para ver alguna tarde en la tranquilidad del hogar.
Calificación: 6