Recuerdo perfectamente hace algunos años cuando se dió a conocer la historia de la agente de la CIA Valerie Plame, de como se había revelado su identidad a la prensa estadounidense por parte de un alto funcionario de gobierno de dicho país. Fue un gran escándalo en Estados Unidos, pero en un lugar tan lejano como Chile, no se informó en demasía sobre este hecho, pese a lo interesante que era lo acontecido. Por lo mismo, siempre quise saber más sobre este tema y por lo mismo esperaba con ansias ver Fair Game, la última película del director Doug Liman (The Bourne Identity).
Valerie Plame (Naomi Watts) es una agente de la CIA que realiza diversas actividades en el Medio Oriente. A su vez, también es la esposa del diplómatico Joe Wilson (Sean Penn) y madre de dos hijos. Y todo iba muy bien, hasta que su esposo, debido a su experiencia y conocimiento de la realidad africana, es enviado por la CIA a investigar una posible venta de elementos para la construcción de armamento nuclear desde Níger hacia Irak. Joe determina que no hay ninguna posibilidad de que haya existido dicha transacción, pero cuando ve en televisión que el gobierno de George Bush le declara la guerra a Irak por tener armas de destrucción masiva, escribe una columna en un periódico, críticando el accionar del presidente. El problema es que días después, a traves de los medios de comunicación, se filtra que la esposa del diplómatico, es una agente de la CIA, revelando su secreto al mundo. Ahí empieza el infierno para Valerie y su familia.
Fair Game toca un tema bastante interesante y muy crítico con toda la administración Bush. Pero lo hace de manera inteligente, sin ser extremistas o dándo un mensaje político con el filme, sino usando el caso de Valerie, para demostrar lo óscuro de dicho gobierno. Todo esto se logra gracias a un correcto guión de John-Henry y Jez Butterworth, que ahonda de buena manera en todos los aspectos complicados de la familia Wilson-Plame, tras empezar todos los problemas para ellos. Las cenas con los vecinos y amigos son muy buenas para mostrarnos el carácter de Joe, por lo cual ya tenemos un precedente del porque actúo de tal manera tras revelarse la identidad de su esposa. La dirección de Liman es correcta, demostrando el oficio que tiene en películas de espías, como The Bourne Identity . Sabe darle dinámica y agilidad a la película, pero en ocasiones el ritmo decae. Eso si hay que destacar que hace muy real a Valerie en su trabajo como agente de la CIA, acá no hay una mujer experta en artes marciales, o que con un arma es capaz de derribar a toda una organización criminal, sino que vemos como trabaja en equipo y como logra persuadir a sus informantes, pero todo de una manera creíble. Por lo mismo la escenas no son similares a la estética que se ve en las películas de Jason Bourne, sino todo es más calmado y emocional a la vez. Un buen trabajo del director, que logra realizar un trabajo totalmente diferente a la saga ya mencionada, con un tema que tiene mucho de parecido. Eso si, el mayor error que le veo a la película, es que pierde demasiado tiempo en situarnos en el contexto social, laboral y familiar de la familia antes del escándalo. Creo que la mayor riqueza del filme son los momentos en que se ve la lucha de los Wilson-Plame contra el gobierno. Pudo haber profundizado mucho más en esa área y darnos un thriller político aún mejor. Me hubiera gustado ver más minutos de metraje relacionados a este aspecto del filme, más que en las actividades de Valerie en Irak o en su trabajo como agente. Si es en interesante en cambio, ver a Joe en Níger. El personaje de Penn está mejor estructurado que el de Watts, y eso es otro error de Fair Game, pues no logra crear una protagonista que conecte con el público, ni que sobresalga demasiado. Y como solo son dos los personajes centrales, si uno no funciona del todo, se desbalancea el filme.
Actoralmente, Sean Penn está notable, como siempre en realidad. Le da un aplomo, una fuerza a Wilson, logrando proyectar una imagen potente en pantalla. Si alguien ve al verdadero diplómatico, se darán cuenta de lo excelente que lo interpretó el protagonista de Milk. La química de Penn con Watts es muy buena, sobre todo en los momentos más tensos, y es en gran parte por la labor del actor, quien logra opacar en todo momento a la actriz australiana. Eso si, ella no hace una mala actuación, esta correcta siempre, pero no logra destacar demasiado. Esperaba mucho más de la actriz australiana. Como dato seriéfilo, ojo con la breve aparición de Ty Burrell, mi querido Phil Dunphy de Modern Family.
En suma Fair Game es un filme correcto, con un guión interesante, una buena dirección y con un Sean Penn en estado de gracia. Pero no logra superar la barrera de lo aceptable y convertirse en una gran película. La historia daba para un resultado mejor. Eso si, es un filme recomendable de ver, pues se toca un tema bastante reciente y verídico, que da para pensar en como toman las desiciones las potencias, y como se usa a los medios de comunicación para manipular el pensamiento de la gente y la información que se entrega. Si hubiera profundizado más eso, tomando el ejemplo de lo acontecido con Valerie, Fair Game habría sido una gran película.